Hace poco escuché un episodio del podcast El escritor emprendedor que me gustó mucho. En él, Jimena Fernández respondía a las preguntas de Ana González Duque sobre el trabajo del lector editorial. La entrevista no tiene desperdicio y aquí os dejo el enlace por si queréis escucharla. Jimena Fernández da muchos consejos útiles para todos aquellos que quieran ser escritores. Entre ellos, recomienda leer el libro El arte de la ficción de John Gardner. Y de él os voy a hablar en este post.
El arte de la ficción
A través de sus páginas, Gardner destila sus muchos años como profesor de escritura creativa. Nos ofrece así un libro que puede ayudarnos, según él, a convertirnos en escritores de éxito. La primera parte del libro es un tanto teórica y densa, pero permite conocer mejor lo que espera un lector de un libro de ficción y cómo dárselo. Me concentraré, sin embargo, en uno de los capítulos (más prácticos) de la segunda parte de El arte de la ficción y, en concreto en el llamado: Errores comunes.
Errores comunes
Antes de enumerarlos, debo aclarar que no he conseguido la versión en castellano del libro, tan solo el original en inglés. Así que resumo los consejos de Gardner con mis propias palabras y utilizo ejemplos posiblemente distintos a los de la versión traducida del libro.
Esta lista de errores no es exhaustiva, pero para Gardner son errores particularmente graves, pues distraen al lector de la escena que lee y pueden terminar decepcionándolo hasta el punto de que decida no seguir leyendo. ¿Cuáles son?
Error 1: uso inapropiado de la voz pasiva
Este quizás sea uno de los errores de los que seas más consciente. Habrás oído a menudo que las frases pasivas hacen perder agilidad a tu relato. Lo hacen más lento y pesado ya que, esta forma verbal, resta vigor a la acción que describe. Gardner considera que, salvo en muy contadas ocasiones (por ejemplo, si se busca un efecto cómico), la voz pasiva no tiene prácticamente ninguna utilidad en la ficción. Así, recomienda que, cuando la use, el escritor lo haga con buen criterio y por una buena razón.
Error 2: uso inapropiado del gerundio
Gardner destaca el uso de esta forma verbal al principio de la frase como un ejemplo de mala escritura. Como en: «Levantando la vista lentamente de su tarea, Marta dijo…». El riesgo, para Gardner, es que se confunda al lector por el cambio temporal que implica. El gerundio al principio de una frase, reconoce, puede ser útil para disminuir el ritmo de la narración y aumentar la tensión y el suspense en una escena importante. Por ejemplo: «Levantando lentamente el cañón del rifle…». En caso contrario, Gardner advierte que, su uso indiscriminado trocea la acción y esta forma verbal pierde toda la efectividad que pudiera tener de ser bien utilizada.
Error 3: cambios de estilo
El buen escritor debería, según Gardner, saber distinguir cual es el estilo más apropiado (ej. culto, familiar, coloquial, vulgar, formal) para su relato. Para un cuento utilizaría un lenguaje más directo y coloquial, pero para un relato más serio, utilizaría un registro más culto. Saltar del uno al otro en el mismo párrafo es para Gardner un error que asocia a un profundo mal gusto o a la inexperiencia. Critica, en particular, lo que él llama falso lenguaje culto que se caracterizaría por usar lenguaje abstracto, personificaciones y latinismos.
Error 4: falta de variedad en las oraciones
Se refiere Gardner con ello a frases que tienen la misma extensión, ritmos similares y con la misma “aburrida” estructura. Recomienda al escritor novel experimentar con las oraciones, aunque se lamenta de que el remedio puede ser peor que la enfermedad, pues a veces la falta de variedad se intenta suplir con el uso del gerundio al principio de la frase. Otra tentación igualmente a evitar, según Gadner, cuando se busca variar las frases, es estirarlas con oraciones de relativo (introducidas por “que”). Como en: «Levantándose de un brinco del sofá, cogió el revólver de la estantería que estaba detrás del sillón».
Error 5: falta de enfoque en la oración
Este también es un error que puede ser el resultado de la búsqueda de variedad en las oraciones. Para evitarlo, Gardner ofrece una regla fácil de seguir: si una frase tiene tres bloques sintácticos, nunca se debería cargar de detalles más de uno o dos de esos bloques.
Por ejemplo, si partimos de la frase: «El hombre caminaba calle abajo», podríamos dar más detalles sobre cómo era el hombre, cómo caminaba o cómo era esa calle, pero no todo ello en la misma frase. Oraciones tales como: «El viejo hombre caminaba lentamente, arrastrando un pie tras otro, calle abajo» o «El viejo hombre, doblado por el peso de los años, caminaba lentamente calle abajo», serían válidas. Sin embargo, el lector puede sentirse sobrepasado con una frase como: «El viejo hombre, doblado por el peso de los años, caminaba lentamente, arrastrando un pie tras otro, en la calle engalanada con guirnaldas que la atravesaban de un extremo al otro».
Error 6: ritmo equivocado, rima accidental
Estos son dos errores distintos, pero los agrupo para no extenderme mucho en este post. Sobre el primero dice Gardner que muchos escritores, incluso algunos famosos, lo cometen. Según Gardner, no son conscientes de los efectos poéticos que el ritmo de su prosa puede ofrecer. Así, describen a la perfección la escena, pero no se preocupan por si sus frases son rápidas o lentas, ligeras o solemnes y por lo tanto distraen al lector con un ritmo torpe. En cuanto a la rima accidental, Gardner considera que irrita y propone buscar sinónimos para romperla. Para ilustrar este error, utiliza ejemplos que pierden la rima en castellano, así que os dejo el siguiente: «Se levantó malhumorado; como cada mañana estaba cansado». En este caso se podría sustituir «malhumorado» por «de mal humor» para evitar la rima de las terminaciones en «-ado».
Error 7: explicaciones innecesarias
Debo reconocer que pocas veces me dejo libros sin terminar y, sin embargo, esta fue la razón por la que no seguí leyendo uno que cayó hace poco en mis manos. Gardner usa como ejemplo para ilustrar este error uno en el que el escritor cuenta que la Sra. Wu es una anciana osca y que una de las razones de ello es su problema de ciática. Gardner considera que tal información se puede compartir con el lector de una manera más eficaz a través de diálogos y acciones (describiendo cómo le grita a un vecino, mostrándonos que se masajea la cadera…). También nos aconseja evitar comentar cómo se siente un personaje y nos recuerda el viejo refrán “Show, don’t tell”, que se podría traducir por “Muéstralo, no lo cuentes”.
Error 8: cambios innecesarios en la distancia entre el lector y el relato
Gardner presenta en su libro una serie de frases: «Era el invierno de 1853.», «Henry nunca se había preocupado por las tormentas de nieve.», «Henry odiaba las tormentas de nieve.», «¡Dios, cómo odiaba las tormentas de nieve!». Con la primera frase, nos explica, el lector sentirá la escena lejana, con las siguientes, la distancia se va recortando como si se tratara de una cámara filmando desde un plano general a un primer plano. Gardner considera que las primeras son más apropiadas al principio del relato y, conforme este va avanzando, una mayor cercanía es necesaria, en particular, en escenas que representan el punto álgido de la historia. No hacerlo así confunde al lector. En relación con este error, Gardner también advierte de las consecuencias de presentar acciones sin seguir una secuencia lógica, pues obliga al lector a releer fragmentos anteriores para intentar entender qué orden siguen realmente.
Bueno, esto es todo por hoy. Espero que mi post te haya resultado útil. Compártelo si es el caso para que llegue a más escritores.
Encontrarás más consejos para escritores en mi post sobre quién puede ser escritor.
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